
Decidió empezar a vivir nuevamente. Todo desde un nuevo comienzo, olvidandose de los malos sentimientos que antes la atormentaban. Decidió mirar un nuevo horizonte, encontrar en lo simple una grandeza inmensa, y lo logró, encontró el equilibrio que le faltaba a su vida, aprendió a vivir cada día y a encontrar el sentido de todo lo que pasaba.
Todo era casi perfecto, ya no se afligía por los malos ratos que podía pasar, intentaba solucionar todos sus problemas, pero a pesar de lo que había logrado, sentía que algo le faltaba a su vida, seguía existiendo un vacío enorme en su interior.
Ignorando todo lo que podía arruinar su preciada felicidad siguió con su vida intentando no volver a caer en la rutina aburrida y cansadora que llevaba antes.
Pasaron los días y sabía que aunque quisiera evitarlo, el sentimiento que intentaba esconder seguía ahí, y no se iría hasta que encontrará una respuesta.
Se pasaba las noches pensando, como evitar no sentirse de esa manera...
Uno de esos días en los que el destino te toma por sorpresa volvió a su vida una persona especial.
Recordó en ese instante todos los momentos que habían vivido, esos momentos que siempre tuvo presentes, pero que en ese instante se presentaron de otra manera, más fuertes que nunca. Recordó lo mágico que era el sentir esas pequeñas alegrías.
En ese instante se dio cuenta que ya nada le faltaba, que su vida estaba completa...
que su felicidad era plena... Entendió que había encontrado lo que tanto había buscado sin obtener respuesta...
Sonrío, y la tranquilidad se apoderó de su ser...
-Quizás este regalo sea momentáneo-, pensó.
Pero nada le importaba, nada más que vivir ese momento, y no pensar en lo que pasaría después.